5 de abril de 2012. Como dice mi
admirado Dani Flaco en una de sus canciones, ya llegó la
primavera, las calles hace días se quedaron huérfanas de chaquetas
y demás enseres invernales, y lo que queda de la unidad de urgencias
de ambulatorios y hospitales después de tanta tijera recibe con los
brazos abiertos a un montón de pacientes con distintos tipos de
alergías, así como a otros tantos valientes que hicieron caso omiso
del refranero popular. A los afectados ¡cuidado! aunque parezca una
tontería sería importante no les recorten a ellos también, que no
me sorprendería nada. Como cada año, a mojarse en semana
santa...sin comentarios... ¿pa' qué? después de la tormenta ya
habrá tiempo de sacar a pasear camisas, tirantes, carnes y dientes
largos, y aunque no convendría descuidar por si acaso el paraguas,
en El corte inglés ya se frotan las manos, es verano... y dentro de
nada la vuelta al cole.
Hace poco más de un mes se empezaron a
escribir las primeras páginas de la pequeña historia de ayertvi,
después de no pensarlo bien, nos decidimos dichosos a contarle a
César (que es el nombre de nuestro ordenador) y a quien le pueda
interesar nuestras inquietudes acerca del circo televisivo y por ende
de la sociedad, pero poco sospechábamos Mònica y yo en ese momento
el sacrificio que requiere mantener un blog y tratar estar a la
altura de tus cinco fans cuando el fútbol, los amigos y la casa te
alquilan el tiempo, y el trabajo e infojobs te roban la
creatividad y las ganas. Así es amigos, hoy 5 de abril de 2012... no
tengo ni idea de qué escribir. Pero tranquilos... aplicando la misma
medicina que los informativos, que tiran de El Caso cuando no tienen
noticias, empezaré hablando precisamente de esos panfletos a la par
oportunistas que sensacionalistas y que cada día, en todas las
cadenas, al mediodía, por la mañana y por la noche se proponen
darnos la hora de comer. Luego a ver donde acabamos...
Ahí están. Espacios de una hora de
duración. Más de la mitad, de relleno con noticias que no lo son.
Anuncios “a dojo”, que se dice en catalán...y lo que es peor,
publicidad encubierta. Informaciones que cambian dependiendo del
emisor. Manipulación, se llama. Sucesos inflados con todo
lujo de detalles macabros, desgracias meticulosamente registradas que
tiñen de sangre nuestras pantallas... En fin, sin ánimo de
generalizar, nuestro pan de cada día... todo sea por el público...
solo que en el mal sentido de la frase, claro... La batalla por la
audiencia ha salpicado desde Matías hasta Piqueras, y un humilde
servidor que sigue echando en falta a un Iñaki Gabilondo que,
independientemente de las inclinaciones políticas de cada uno,
ofrecía, o eso creo yo, un informativo veraz en Cuatro antes de que
ésta se hermanara a Telecinco, dejando su opinión personal en eso,
en su punto de vista, y no en un alegato teledirigido en nombre de la
verdad. Dicho esto, también me gustaría “salvar” de la quema
especialmente al telediario de La 2. Pero sigamos...
Una pregunta que he oído en la calle
más de una vez: ¿que antes no había violencia de género, ajustes
de cuentas, secuestros o tantos casos de corrupción como ahora?
Antes... en plena dictadura, imagino. De risa. Obviando la pregunta
de cuántos 'Nobels' de la paz mereció el caudillo, dejo la
siguiente en el aire: ¿cómo es que cuando pasa algo realmente
importante en España o en el mundo, esas noticias de color amarillo
desaparecen?¿es que los malos están tan interesados en lo que pasa
que se olvidan de ejercer?¿o es que no hace falta sacarlas?
En mi opinión cualquiera de los dos
casos es para preocuparse, o como mínimo da que pensar.
Me inquieta creer que realmente no se
da cobertura a todas las desgracias que pasan en el país, que los
telediarios están desbordados como nunca y que los que se dedican a
hacer daño están cada vez más locos y/o más preparados. Pero
tampoco me deja mucho más tranquilo llegar a la conclusión de que
la realidad no es bien bien que estos casos virulentos se sucedan
hasta la multiplicación, sinó que este tipo de noticia goce de
privilegio simplemente porque vende más. ¿Realmente nos interesa
eso? Y tanto si es que cada vez somos más dañinos (siempre hablando
a grosso modo), más morbosos o como suele pasar en estos
casos es mitad y mitad, me surge
“la pregunta”: ¿lo que se da en la televisión es un reflejo de
la sociedad?
Por una parte, echando un vistazo
rápido a la parrilla encontramos programas como Sálvame,
en el que sus colaboradores más célebres son famosos por ignorantes
y soeces, por haberse ido a la cama con alguna o más de una
personalidad y/o por ser hombres y mujeres con cero talento y con
principios transparentes; Hermano mayor, que en cada edición
nos deleita con una masterclass de insultos, patadas y
lanzamientos de objetos de todo calibre, el otro día en casa
asistíamos atónitos como una niña gallega se liaba a mamporros con
su pobre madre; o por poner algunos ejemplos, El gato al agua
y Punto pelota, en los que cada noche un grupo de amiguetes de
bar se hacen pasar por periodistas dejándose en la barra la
objetividad, la imparcialidad y si me apuras la dignidad, hablando
presuntamente de política o de fútbol, que para el caso viene
siendo lo mismo.
En el otro lado de la balanza están
toda esa clase de sucesos a los que antes hacía mención, fáciles
de reconocer porque después de lo ocurrido siempre traen consigo la
recurrente escena de la vecina cotilla, exclamando eso de “no, si
se veía muy normal...” a las cámaras del España directo,
del telediario de guardia o del Espejo público. Supongo que
la señora en cuestión, porque suele ser una señora, no pretenderá
que el asesino de turno aparezca por ahí con el cuchillo
ensangrentado y con el delito escrito en la frente por muy asesino
que sea, pero bueno.
Fuera de juego se encuentran los
culebrones de Urdangarín, Camps y compañía, que más
que de la sociedad, son reflejo de que, en la práctica, algunos
individuos gozan de muchos más derechos y muchas menos obligaciones,
por no decir ninguna, que el resto de los españoles. Pero esto como
la lluvia de Semana Santa... ¿pa' qué?
Ahora bien, analizando el panorama
televisivo actual, parece evidente que, respecto a hace algunos años,
se ha extendido en España la filosofía del valetudo: así,
los tabús se han reducido hasta no existir y los puntos de vista se
han radicalizado hasta el extremo. Todo orientado a conseguir los
objetivos. O sea, todo por el oro.
Bien, si aceptamos este hecho como una
realidad... ¿pasa esto en los trabajos? ¿pasa en la calle, en el
deporte o en las relaciones personales?... ¿lo que se da en
la televisión es un reflejo de la sociedad? O la pregunta debería ser
a la inversa, y resulta que la sociedad es un reflejo de la
televisión... ¿qué fue antes el huevo o la gallina?
Lo que está claro es que la imagen que
el ciudadano de a pie tiene de la realidad, de como son las cosas y
de la propia sociedad en la que vive, está altamente condicionada
por los medios de comunicación y, en este aspecto, la televisión es
el principal exponente de este sector. La tele vende al por mayor que
lo único importante es el aspecto, el dinero y la fama... y si bien
no toda ella hace apología del dicho de que “más vale tener
suerte que talento”... ¿porqué los programas que se presuponen
íntegros tienen mucho menos seguimiento?¿hasta qué punto ha calado
el mensaje del culto al cuerpo?¿qué incidencia tiene la televisión
en las 'neuras' relacionadas con nuestro físico?
Mi conclusión: la televisión bebe sí
o sí de la sociedad, y ésta bebe sí o sí de lo que consume, si lo
que se da en televisión es un reflejo de la sociedad o es a la
inversa poco importa, se trata de un hecho tan recíproco como el pez
que se muerde la cola, pues una no sería lo que es sin la otra y
viceversa. Los que somos críticos con la televisión tenemos la
obligación de serlo con la sociedad, y en consecuencia, y como parte
de un todo, también lo seremos con nosotros mismos. Uno, intenta no
verse reflejado en los defectos que atisba, e igualmente pretende
influenciarse positivamente por los ejemplos que merecen la pena, que
los hay y muchos...y aunque lo consiga casi nunca, creo que si todos
intentamos hacer este ejercicio la televisión mejorará, y con ella
nuestra maltratada sociedad.
Muchas gracias a todos por vuestro
tiempo.
Para acabar me gustaría parafrasear un
fragmento de la obra de Carlos Ruiz Zafón: La Sombra del
Viento, en el que uno de sus personajes, el inefable Fermín
Romero de Torres, da su vaticinio a Daniel Sempere, el protagonista,
de lo que conllevará la inmediata implantación de la televisión en
España allá a mediados de la década de los 50:
“La televisión, amigo Daniel, es
el Anticristo y le digo yo que bastarán tres o cuatro generaciones
para que la gente ya no sepa tirarse pedos por su cuenta y el ser
humano vuelva a la caverna, a la barbarie medieval, y a estados de
imbecilidad que ya superó la babosa allá por el pleistoceno. Este
mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se
morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además
un chiste malo.”
5 de abril de 2012. Así son las cosas
- o no - y así se las hemos contado.
PUBLICADO POR FERRAN
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